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septiembre 23, 2010

Y va de nuevo...

Estuve haciendo un refrescamiento teórico de escritura de guiones para comenzar a trabajar en mi nuevo proyecto formalmente. Una gran maestra de guión, Lola Salvador, recomendaba no sentarse frente a la computadora hasta poder contarse la historia a uno mismo por el pasillo. Después en algún lugar leí algo sobre hacerlo en un ascensor de siete pisos. Lo cierto es que mientras más entiendo a Field, a Segler, a McKee o a Vogler, más difícil encuentro el creer en una fórmula. Me sigo quedando con Miguel Machalski, para quien cada historia tiene distintas características y un camino propio para llegar a la versión final.

Recientemente descubrí gracias a Merce Clascà, Dramática, una teoría que sin duda es reveladora pero que no termina de explicarse del todo sin la compra de un software complementario que promete hacerte todas las preguntas necesarias para llegar a tener un guión. Después de ver un par de tutoriales que parecían demasiado buenos para ser verdad, consulté a otro mentor que de hecho fue el primer guionista que conocí en vivo y directo (cuando estaba en la universidad y él apenas hacía gira de promoción con Amores Perros). Necesitaba que alguien me dijera que existe una forma más sencilla de comenzar.

Pero la respuesta de Don Memo Arriaga sólo sentenció lo que yo ya sospechaba: No hay forma de evitar el caos inicial. Ese caos es una voz que comienza a tirarte ideas. Tú escuchas una que te gusta, te agarras de ella, eufórico empiezas a anotarla para que no se te olvide y luego de pronto te hayas escribiendo otra cosa. Esa sensación de querer contar algo desesperadamente y no saber qué es, no se termina cuando das con una idea. La idea es el comienzo y en mi caso, ya tiene varios meses en un archivo de documento que ha crecido desde principios de año a una razón de una página por mes.

Además tengo un compilado de garabatos y sin sentidos a pie de página en agendas, servilletas, tickets de metro y postales, muchos de los cuales no llegan a ninguna parte ni tienen que ver del todo con la idea que tuve en un principio pero que no se porqué siento necesarios de transcribir como parte de ésta misma historia.



No se si haya gente con más lucidez o talento para la que sea todo menos traumático. Lo que sí se es que la escritura no es un oficio que se aprenda de otro modo que asumiendo el proceso una y otra vez. Aprendiendo en cada nueva vuelta sobre cómo canalizar la angustia y la frustración de no lograr decir exactamente eso que no sabes qué es. Endureciéndote frente a tus propias críticas que suelen ser las peores y asumiendo lo más difícil de este trabajo: Estás completamente sólo (hasta que llegue el productor copado que te pague la terapia)

Intentando motivar a aquellos que se preguntan como yo "¿Y por dónde carajo empiezo?" diré que por el principio: Un gran todo blanco que necesita relleno.






Y la voluntad para empezar nuevamente desde cero cuantas veces sea necesario.

Este método de mural lo usé muchas veces durante mi trabajo con La Nena. El guión nuevo, que por ahora llamaremos La Mala, todavía no llega a organizarse en el muro, de hecho estoy todavía pensando cuál será el soporte del esqueleto central. Prometo ir actualizando sobre mis avances.

De dónde vienen las ideas, sigue siendo un misterio para mí. Pero se que debe ser un sitio acuoso muy psicodélico

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es el Misterio del Arte :)
Besos !!
Jazmin